Nuestra historia





LA CARPITA TEATRO:  Un espacio independiente, alternativo y urbano de Cancún 


Fue el 31de mayo de 2013 cuando un grupo de personas, miembros de la Compañía de Teatro “La Libélula”, cortaron el listón inaugural del nuevo recinto cultural independiente de Cancún, administrado por una sociedad cooperativa sin fines de lucro. Un espacio que ha pretendido ser parte de la agenda cultural de los cancunenses que gustan o quieren acercarse a la apreciación de las artes escénicas. 

Abrir las puertas del espacio ha sido un acto de valentía nos dijeron varias voces. Iniciar este proyecto cultural, significaba partir de una absoluta comprensión del momento histórico que vive la ciudad, a sus menos de 50 años. Con todas las reservas de los fundadores pero con toda la fuerza física necesaria para “picar piedra” y con un espíritu colectivo de trabajo, pronto se cristalizó el sueño en un espacio rentado, sobre un terreno baldío. Así se comenzó a definir el foro: como un teatro al aire libre; como un espacio independiente administrado por un grupo de personas asociadas; como un espacio alternativo para presentar diversos eventos y  para abordar diferentes géneros artísticos; como un lugar inserto en un medio urbano, con los pros y contras que ello conlleva. Estas características definieron el nombre de espacio, así como la referencia de esa época del México postrevolucionario cuando se originaron las llamadas “carpas”, que en aquel entonces se instalaban como espacios ambulantes  en terrenos baldíos, para entretener a la gente de los alrededores que padecían una inestabilidad sociopolítica muy particular. Tomando en cuenta ese contexto histórico y relacionándolo con las condiciones en las que se construía el nuevo foro, nace entonces La Carpita Teatro. 

El primer año (del 31 de mayo a diciembre del 2013) se avanza con muchas esperanzas, con mucho aprendizaje. Con más muestras de Danza que de Teatro. La Compañía de Danza Tradicional Xochiquetzal, dirigida por Antonio Cruz, presentó en el escenario de La Carpita Teatro sendos programas de danza folklórica mexicana. Se impartieron talleres de jarana, jazz, danza y bailes de salón. Fue después de unos meses de trabajo en lo administrativo, en la logística de la organización y en la preparación de la primera producción que se estrena la primera obra de teatro: “La mula del juicio”. Este primer proyecto escénico fue resultado del ensamble de las obras de “El Espejo”, de Emilio Carballido y de “Se vende una mula”, de autor anónimo. La obra estuvo dirigida por Didier Caballero, quien se hizo cargo de la Dirección de la Compañía La Libélula desde ese entonces. El público que acudió a las primeras funciones, eran familiares, amigos y conocidos cercanos. Estos primeros meses del proyecto, que al mismo tiempo fueron los últimos del año fueron de mucha lluvia; por lo que las primeras actividades resistieron el embate de lluvias copiosas, del viento, del calor;  y también se salpicaron con intensidad, de los ruidos que generaban los vecinos del local y el tránsito de vehículos sobre la avenida principal. Algunos inconvenientes aún siguen, los más se han solventado, pero sin duda, fueron unos primeros meses, de mayo a diciembre de 2013, para asentar el sueño y tolerar el entorno.  

En el 2014, la compañía siguió construyendo nuevos proyectos que, sumados al primero, originaron una cartelera con obras de la compañía La Libélula, todos los viernes de cada fin de semana. Las obras se alternaban con la presentación de algunos shows de artistas locales y algunos eventos escolares. Fue el momento de aparecer en el mapa de las redes sociales, de hacer  que los vecinos de la Región 96 y demás fraccionamientos residenciales, se sumaran como público e hicieran con su presencia, figurar al foro como un espacio más para promover el arte y la cultura en la comunidad.  

El 2015 fue un año de crecimiento, de regularización administrativa, de trámites, de sorpresas, de pérdidas. Las obras de la Compañía se presentaban de manera constante, una de ellas “La risa extraviada”, del autor mexicano Carlos Corona, dirigida por Didier Caballero, fue la primera obra en cumplir un año en cartelera. Se crearon nuevos proyectos, entre ellos un Club de Teatro, bajo la coordinación de Ariel Cob Castro, con la intención de generar un semillero de actores y actrices e involucrar a más gente interesada por el Teatro. Fuimos sede de circuitos para difundir las obras de diferentes compañías de Cancún; vimos llegar a diferentes artistas, grupos y compañías del interior del Estado de Quintana Roo,  de la península de Yucatán, del país y de algunos otros países. Lo malo, perdimos a una admirable promesa del teatro debido a una enfermedad, a Melisa Pereira (q.e.p.d.), socia fundadora. Por todo lo dicho, fue un año muy dinámico pero sorpresivo; fue un año de contrastes, de muchas lecciones, de ajustar estrategias, de aguantar toda crisis, de no claudicar, de entender que la muerte puede sorprendernos pero nunca sepultar una pasión.  

Llega el 2016 y se amplía la cartelera mensual, abarcando viernes, sábados y en ocasiones, hasta domingos. “Un pañuelo el mundo es” logra cumplir también un año en cartelera. La asistencia del público es siempre un reto, pero se observa la llegada de clientes frecuentes y de gente que recorre otros espacios y que también nos acompañan. Se van cumpliendo y cubriendo poco a poco los objetivos trazados. Se establecen alianzas con nuevos artistas y compañías que vienen a fortalecer la dinámica del espacio. Se imparten nuevos talleres y con ello se refuerza el quehacer de los miembros de la Compañía de Teatro residente: La Libélula. La comunidad percibe y da cuenta de la existencia de este foro e inevitablemente empezamos a ser referencia en la colonia y en toda la ciudad. Se exponen propuestas arriesgadas e innovadoras que permiten monitorear la respuesta de diversos públicos. El arte se manifiesta, se incrusta en la mente de una sociedad que crece, que se dinamiza, que vive, aunque aún permanece distante de la agenda cultural por el predominio del entretenimiento que provee el turismo como actividad predominante. Aun así, la gente que acude al recinto se divierte, reflexiona, llora y respira el aroma del Teatro. Es un año para los socios de seguir amortiguando con la moneda para cualquier imprevisto, de seguir trabajando propuestas que lleguen al pensamiento del público… Como comunidad cultural nos hacemos llamar “Carpiteños” desde entonces. 

El año 2017, fue de investigar y consultar lo que ocurre en la sociedad. Coincidimos con varios sectores del gremio artístico en el abordaje de ciertos propósitos y temas comunes: los trámites administrativos, las condiciones políticas, la inseguridad que actualmente se evidencia en nuestra ciudad; las diversas  y variadas manifestaciones culturales; la calidad de los  proyectos escénicos o espectáculos locales; la autosuficiencia económica de las agrupaciones artísticas o compañías; la inversión de los tres niveles de gobierno en torno a la cultura; la creación de públicos, etcétera. La Carpita Teatro no es ajena a ninguna cuestión; por lo que, es en gran medida ese involucramiento lo que hace caminar al foro, para bien del desarrollo armónico de la sociedad.  

El 2018 y 2019 son dos años muy parecidos en cuanto a la dinámica del recinto cultural: continúan representándose varios proyectos de la compañía residente, La Libélula; se diversifican los eventos, abarcando más manifestaciones artísticas; se integran nuevos miembros para actuar o dirigir nuevas propuestas; se realizan nuevos productos del Club de la Libélula y de los talleres impartidos; se genera un respeto y apoyo mutuo con otros recintos como el Teatro 8 de Octubre y el Teatro Xbalamqué; y se realizan proyectos compartidos con otras compañías como son: Usigli, Ecco Escénico, La Cooperativa Teatral y Gassan Producciones. 

A prácticamente siete años de existencia mucho se ha avanzado, y falta mucho por hacer. Toda sociedad cimienta su propia identidad cultural de manera natural, en muchas ocasiones con, sin él o a pesar del apoyo de otras voluntades. Como organización civil, los que han sido y todavía son parte de este proyecto de emprendimiento cultural, han identificado el efecto-beneficio  que para nuestra sociedad genera el consumir arte a través del Teatro, a través de las artes escénicas, y de toda bella arte. Es por ello que el recinto cultural sigue de pie, rebasando muchas de las expectativas planteadas. Tal como a continuación expresan los siguientes números al 2019:  


  • Un total de 463 eventos realizados. 
  • Un impacto en 14,008 personas que acudieron al recinto.  



Los retos son muchos y de diversa índole, pero cada año es un nuevo aprendizaje. Iniciar no es fácil, sobrevivir o mantenerse tampoco,  pero lo importante es entender que las acciones son parte de un proceso de búsqueda y de consolidación. El foro existe por el propósito de compartir y convivir en el arte, y de aportar algo trascendente a la comunidad y a su cultura. Si la agenda de la gente se vuelca en los espacios culturales y consumen arte, seguramente habrá un tanque de oxígeno para el espíritu inquebrantable de una joven ciudad como Cancún.  





Autor: Ariel Cob Castro













Licenciado en Educación, egresado de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha sido docente en escuelas de nivel medio superior en Taller de Lectura, Literatura y Teatro. Es Subdirector Académico en el Colegio de Bachilleres Cancún Uno. Promotor cultural. Miembro de la Compañía de Teatro La Libélula y Director de La Carpita Teatro.

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